Guitarros, requintos y octavillas: Los instrumentos

 

No nos cabe la menor duda que la investigación, el estudio y el análisis de los instrumentos de la música tradicional forma parte de una de las facetas más interesantes de la etnomusicología histórica y actual. Existen distintos modos de clasificar estos instrumentos para su estudio, bien se consideren criterios de tipo tipológico, o de tipo histórico, o de funcionalidad y uso por parte de los músicos, etc. Lo cierto es que la clasificación organológica más utilizada, y por tanto más usual y admitida por todos, es la que hicieran en 1914 los investigadores Erich Hornbostel y Curt Sachs, basada en el tipo de emisión de sonido de cada instrumento, estableciendo cuatro grandes familias: aerófonos (el sonido es producido por el aire insuflado por ellos), membranófonos (construidos con membranas sonoras), idiófonos (el sonido lo producen por sí mismos) y cordófonos (el sonido se produce por vibración de cuerdas). Ésta es la clasificación que vamos a seguir también nosotros para describir los instrumentos utilizados tradicionalmente en Motilleja, sin entrar en subclasificaciones que serían objeto de otro tipo de análisis y estudio.

 

Tan importante como el mantenimiento del amplio e interesante repertorio tradicional de la música motillejana, es la interesantísima gama de instrumentos musicales usados hoy día para la interpretación de ese repertorio. Motilleja, hoy por hoy, se nos manifiesta como un tesoro de la organología tradicional manchega, o algo así como una reserva espiritual de instrumentos y músicos de la tradición. Guitarros manchegos y tocadores de guitarros, viejos violines y tocadores de violines, octavillas viejas y nuevas y tocadores de octavillas, laúdes y bandurrias y tocadores de laúd, guitarras y tocadores de guitarras, panderetas y panderos y constructor de panderos, zambombas y botellas y constructores de zambombas, etc., existen o son recordados de manera reciente, fiel y fidedigna, inducidos todos ellos por la afición tan extraordinaria de muchísimos motillejanos a la música, al cante y al baile, y a la pervivencia estable, y casi ininterrumpida, de las Rondas históricas y músicos posteriores.

 

Dentro de la familia de instrumentos membranófonos utilizados por la Ronda de Motilleja, destacan: el pandero, que todavía elabora Emilio Sáez, pastor de Motilleja, hecho con piel de cabrito y chapas de hojalata rizada; en su toque se combina la percusión con la yema de los dedos para marcar los tiempos fuertes, y el dedo corrido para los demás;  la pandereta, más pequeña que el pandero, se usa de la misma manera; y la zambomba, membranófono frotado usado en las coplas aguilanderas de la Navidad.

 

El grupo de instrumentos idiófonos están representados por las castañuelas, que evidentemente dentro de la Ronda son de reciente incorporación actualizando así el sonido de la percusión más tradicional; el cántaro, de chapa por ser de los utilizados para guardar aceite, que se percute con un gorro de lana o alpargata y se usa como si de un tambor se tratase; los platillos o chinchines, que son crótalos de bronce de gran tamaño que marcan acompasadamente un ritmo circular y machacón muy característico; la botella labrada que se percute con una cuchara que rasguea los biseles vítreos produciendo un sonido muy peculiar; y el almirez, mortero de bronce, que se percute con su propia mano o mazo a modo de badajo. Pandero, platillos y castañuelas son los más utilizados por la Ronda de Motilleja.

 

Por último hablaremos de la familia de instrumentos más numerosa y más destacada de la tradición en Motilleja: los cordófonos. En primer lugar mencionaremos al violín, instrumento de cuerdas frotadas que, como en otros muchos territorios del país, es usado también para el repertorio de la música tradicional por músicos que, de forma autodidacta, establecieron su propio aprendizaje y uso de este instrumento. Parece claro que la inclusión de nuevas melodías y ritmos durante el siglo XIX principalmente (contradanzas, minués, polcas, mazurcas, etc.) originó la entrada de algunos instrumentos “cultos” en ambientes populares, como fue el caso del violín, que ahora nos ocupa, la flauta o el acordeón.

La guitarra es el instrumento más popular y el más difundido en toda la comarca y es el acompañamiento fundamental para la voz de los intérpretes cantantes. En la Ronda se toca la guitarra al más puro estilo antiguo en su manera de ejecutar el rasgueo marcando el tiempo fuerte en la tapa armónica del instrumento y cruzando con cejillas las diferentes guitarras de la Ronda, lo que inevitablemente le otorga un sonido original, peculiar, diferente y diferenciador, auténtico y singular. La cercanía a Motilleja de la localidad conquense de Casasimarro, donde desde el siglo XVIII se vienen construyendo guitarras y otros instrumentos musicales de cuerda, ha hecho y hace que actualmente la práctica totalidad de guitarras de la Ronda estén fabricadas por los artesanos casasimarreños, al igual que guitarros, bandurrias, laudes, octavillas, etc. Los músicos más viejos nos recuerdan que en otras épocas usaban la cuerda prima de acero, consiguiendo de esa manera un sonido característico del instrumento.

Los instrumentos de plectro o púa juegan un papel destacado en el repertorio de la Ronda. Son instrumentos de seis órdenes con cuerdas dobles que producen un trino o trémulo al frotar ininterrumpidamente las dobles cuerdas con la púa. Estos instrumentos en la Ronda son: la octavilla, muy utilizada en otras épocas en la comarca y recuperada en la actualidad por la Ronda, es de cuerpo similar al guitarro, en forma de ocho, aunque todavía de menor proporción; su afinación es distinta a la del laúd o bandurria: do#, fa#, si, mi, la, re; la bandurria y el laúd, junto a la octavilla, se encargan de hacer la melodía principal aunque en ocasiones utilizan acordes rasgueados y suelen improvisar melodías y segundas voces como contrapunto a la voz solista del cantante.

El guitarro manchego es de forma similar a la guitarra pero de muy reducido tamaño; consta de cinco órdenes simples que se afinan con la guitarra septimada o cejilla en el séptimo traste y usa las mismas posiciones de acordes que la guitarra. Sus cinco cuerdas pueden ser de guitarra o combinarse algunas de ellas (la prima y la cuarta, por ejemplo) con cuerdas metálicas de laúd. Su manera de tocarse, su rasgueo es la nota más característica de este peculiar instrumento que forma parte de los pocos instrumentos étnicos con los que cuenta nuestra amplia zona manchega, ya que se toca de manera continuada construyendo un ritmo melódico completo para lo cual es necesario agitar la mano derecha vigorosamente y de manera circular, como la propia música que se consigue. El toque de los guitarros de la Ronda de Motilleja en la interpretación de las seguidillas es, hoy en día, una experiencia única, singular, extraordinaria, inimitable e inigualable que cualquier aficionado a la música tradicional puede sentir y disfrutar.

El requinto o guitarrilla tiene también forma de una guitarra, también mucho más pequeña pero, en este caso, mayor que el guitarro y la octavilla, instrumentos afines en la forma. Tenemos ejemplos de conservación de este instrumento en varios pueblos de la comarca. Tiene seis cuerdas iguales a la de la guitarra que se afinan en la, re, sol, do, mi y la, o sea, con la guitarra requintada o con la cejilla en el quinto traste de la guitarra, de ahí su denominación de requinto. Su rasgueo es circular y esplendoroso como en los guitarros.